viernes, 7 de enero de 2011

HAGA BUEN USO DE LAS PLANTAS MEDICINALES.

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Los efectos adversos acaban con el mito de que "lo natural no es nocivo"

Los efectos adversos de las plantas medicinales y las interacciones entre estos productos y los medicamentos son problemas de salud pública que, en opinión de los profesionales sanitarios consultados por la ReES, pueden reducirse con el cumplimiento riguroso de la legislación y una mayor información a la población.
La utilización de plantas medicinales en la terapéutica no es nada nuevo, de hecho, el origen de la fitoterapia se remonta a varios miles de años antes de Cristo y algunas sociedades no occidentales todavía consideran la terapia botánica como un componente esencial de sus prácticas médicas. Por el contrario, en el mundo occidental las plantas han ido perdiendo importancia en el tratamiento terapéutico de las enfermedades ante el enorme desarrollo de los compuestos medicinales sintéticos.
Sin embargo, en los últimos años se ha renovado el interés por la fitoterapia, apoyado, en gran parte, por la errónea creencia de que lo “natural” es más sano. Como ejemplo, y según una encuesta presentada en el 50ª Congreso de la Sociedad de Investigación en Plantas medicinales, el 70 por ciento de los españoles ha utilizado alguna vez estos productos para tratar problemas de salud, aunque sólo el 30 por ciento lo hace habitualmente.
Otras cifras que confirman este interés por la fitoterapia son las ofrecidas por la Asociación Española de Fabricantes de Preparados Alimenticios Especiales, Dietéticos y Plantas Medicinales, que asegura que este sector genera en nuestro país un volumen de negocio que ronda los 600 millones de euros y da trabajo, directa o indirectamente, a cerca de 25.000 personas.
Desgraciadamente, sólo una parte de las plantas medicinales de uso común están avaladas por estudios rigurosos y la mayoría de la información que llega a los consumidores procede de las personas que venden los productos o de folletos y libros de contenido escasamente científico. Este hecho, unido al incumplimiento de la legislación sobre plantas medicinales , convierte en habitual la retirada de algunos de estos productos o el cierre de establecimientos de venta al público. Las plantas se venden en farmacias (el 35 por ciento), pero también en herboristerías y grandes superficies (el 65 por ciento restante), en el caso de las plantas de uso tradicional. Sin embargo, aquellas que tienen indicaciones terapéuticas y están autorizadas por la Agencia del Medicamento sólo pueden distribuirse en el canal farmacéutico, según señala la Ley del Medicamento de 1990, una norma que es ignorada en muchas ocasiones.
“La única diferencia entre las plantas medicinales y los medicamentos estriba en que las primeras son de origen natural y los segundos, de origen sintético -de todas formas, en cualquiera de los casos pueden presentar efectos adversos e interacciones y, por ello, siempre han de cumplir con las condiciones de calidad, seguridad y eficacia exigibles a todo medicamento” “una seguridad que sólo puede garantizarse si son consideradas medicamentos e incluidas en el registro sanitario, como cualquier fármaco”.


Mal uso de las plantas
En general, los expertos coinciden en que la mayoría de los efectos adversos causados por las plantas son debidos a un mal uso de las mismas. “Este mal uso es producido por la no consideración de las plantas como medicamentos. Como consecuencia de ello -continúa Navarro-, el paciente no comunica al médico y al farmacéutico que está tomando plantas medicinales o sus derivados”. Por lo tanto, “esto puede conducir a la administración conjunta de medicamentos y plantas medicinales que interactúan entre sí”, subraya la presidenta de Infito.
Así, Mª José Alonso, vocal de Plantas Medicinales del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona asegura que la gran mayoría de los efectos adversos de los productos fitoterapéuticos son causados por sobredosis o por interacciones entre plantas medicinales y medicamentos. “Existe el mito de que lo ‘natural’ no es nocivo, pero está demostrado que las plantas ejercen un efecto sobre el organismo que contribuye a potenciar el efecto de los fármacos si se consumen a la vez”, señala.
Algunas plantas de uso común que pueden originar una inactivación o potenciación de la actividad de los medicamentos son, entre otros, el hipérico, en el caso de que se administre con fármacos antidepresivos, o el ginseng, si se utiliza a la vez que la warfarina.
Interacciones y efectos adversos de plantas medicinales de uso habitual

Planta

Efectos Adversos

Interacciones con medicamentos

Ginkgo biloba

Hemorragias

Warfina, ticlopidina, clopidogrel, dipiridamol

Trastornos gastrointestinales, reacciones

Hipérico

alérgicas, fatiga, vértigos, confusión,

Antidepresivos


sequedad de boca, fotosensibilidad

Hipertensión, arritmia, nerviosismo,

Efedra

temblores, dolor de cabeza, convulsiones

Cafeína, descongestivos, estimulantes

trastornos cerebrovasculares, infarto de

miocardio, cálculos renales

Sedación, discinesias orales y linguales,

Kava-Kava

tortícolis, crisis oculares, exacerbación de

Sedantes, hipnóticos, antipsicóticos,

enfermedad de Parkinson, movimientos

alcohol

dolorosos del tronco, rash

Cefaleas, hipertensión, insomnio, vómitos,

Ginseng

urticaria, nerviosismo, diarrea matutina

Warfarina

“El hipérico, que se utiliza mucho para el tratamiento de la depresión, tampoco debe administrarse junto con ciclosporinas, antirretrovirales o teofilina”, explica Alonso. A este respecto, un estudio llevado a cabo por The National Institute of Health (Estados Unidos) sobre la interacción entre el hipérico y el principio activo indinavir, un inhibidor de la proteasa indicado en el tratamiento de pacientes adultos infectados con el virus VIH-1 demuestra que la administración concomitante de hipérico reduce de forma significativa las concentraciones plasmáticas de indinavir. Estos resultados llevan a implicaciones clínicas importantes para los pacientes VIH-1 positivos ya que al no alcanzarse concentraciones plasmáticas terapéuticas de indinavir pueden desarrollarse resistencias y falta de eficacia en los tratamientos

En la misma línea, una investigación de la Escuela de Farmacia de la Universidad de Virginia (EE.UU.) publicada en la revista “American Family Physician” revela que algunas de las plantas de uso más frecuente en la sociedad occidental, como el ginkgo biloba, el hipérico, la efedra o el ginseng, presentan importantes efectos adversos, entre los que destacan problemas gastrointestinales, reacciones alérgicas, hipertensión y trastornos cerebrovasculares.

Otro estudio realizado por la Unidad de Medicina y Toxicología del Guy's & St.Thomas Hospital de Londres investigó 1.200 casos de posibles interacciones entre medicamentos y alimentos dietéticos. El resultado de esta investigación determinó que en el 65 por ciento de los casos podría haber existido una asociación probable entre dichas interacciones y una serie de efectos adversos, pero sólo 12 de ellos fueron fehacientemente confirmados. Entre estos efectos adversos figuraron somnolencia, reacciones alérgicas y trastornos hepáticos, provocados por la intera-cción de papaya y warfarina, o ginkgo biloba y medicamentos diuréticos.

A juicio de los expertos consultados por la ReES, los problemas causados por el mal uso de las plantas medicinales afectan, por lo general, a personas que reciben medicación para tratar enfermedades crónicas como el reumatismo y las patologías circulatorias o cardiovasculares, y que además deciden automedicarse sin consultar previamente a su médico o farmacéutico. En términos generales, las plantas medicinales u otros derivados obtenidos a partir de las mismas, están indicadas para determinadas afecciones que requieren un tratamiento crónico o continuado y para el alivio de los síntomas leves y moderados.

En opinión de Cañigueral, “para las personas que padecen una enfermedad crónica es una ventaja contar con un tratamiento a base de plantas medicinales que tienen menos efectos secundarios que los fármacos de síntesis, pero que pueden provocar las mismas reacciones adversas si se usan de forma inadecuada”. Por ello, Cañigueral puntualiza que “el paciente no debe automedicarse, sino que el médico ha de diagnosticar el problema de salud y el farmacéutico recomendar su tratamiento”.


Formación en fitoterapia

Por este motivo, el presidente de la Sefit insiste en la necesidad de que tanto el médico como el farmacéutico tengan una formación adecuada sobre fitoterapia. “No cuestiono el canal de distribución de las plantas, sólo pido que el profesional que dispense estos productos cuente con una formación reglada, que le capacite para informar lo mejor posible al paciente”, explica.

No obstante, Navarro asegura que el uso terapéutico de las plantas medicinales ocasiona cada vez menos problemas, debido, sobre todo, a la tarea de informadores que realizan los profesionales sanitarios.

Esta idea también es compartida por Ana Gorroñogoitia, miembro del Grupo de atención al anciano de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFYC), quien considera que “la relación de confianza entre el médico de Atención Primaria y el paciente facilita la comunicación entre ambos y la labor de divulgación que realiza el facultativo sobre el mal uso de las plantas medicinales”. No obstante, Gorroñogoitia es de la opinión de que no son muy frecuentes los casos de efectos adversos importantes provocados por la interacción entre medicamentos y plantas medicinales. “El caso de un paciente que nos pide consejo sobre fitoterapia o que presenta problemas provocados por el mal uso de plantas medicinales es, desde mi experiencia en AP, algo excepcional en la práctica médica”, afirma.

Por ello, tanto los farmacéuticos como los médicos consideran que una mayor información a la población sobre fitoterapia, unido a un cumplimiento riguroso de la legislación vigente sobre plantas medicinales, acabaría con las irregularidades en este sector que tanto puede contribuir a mejorar los problemas de salud de todos los ciudadanos. 

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