lunes, 24 de enero de 2011


India: suicidios masivos por la crisis alimentaria


por Maximiliano Sbarbi Osuna | 23.01.11
La revolución rural permitió a India duplicar su producción de alimentos en veinte años. Pero, a costa de una masiva dependencia de fertilizantes y pesticidas contaminantes y de la utilización de semillas transgénicas que produjeron un mayor endeudamiento de los pequeños productores. Sin embargo, el surgimiento de entidades prestamistas inescrupulosas ahogaron aun más a los campesinos, que no encuentran otra salida que el suicidio masivo. ¿Qué medidas se pueden adoptar para revertir esta tendencia que crece cada año?
Imagen de India: suicidios masivos por la crisis alimentaria
La dependencia a los fertilizantes, pesticidas contaminantes y semillas transgénicas producen un mayor endeudamiento de los pequeños productores - AP
Muhammad Yunus, un banquero y economista nacido en Bangladesh que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2006, eludió las leyes del libre mercado y creó una entidad financiera que otorga créditos a familias campesinas que inician microemprendimientos. El Banco Grameen (Banco Rural) sufrió presiones de empresas financieras multinacionales poderosas que vieron amenazados sus sistemas de préstamos convencionales y a menudo asfixiantes.

Sin embargo, Yunus apuntó a los pequeños productores que se encontraban fuera del sistema de créditos y se centró principalmente en las mujeres pobres. Los préstamos se realizan sin garantías y a tasas muy bajas, pero deben ser devueltos rápidamente, lo que permite su circulación hacia otra familia campesina.

NUEVOS USUREROS

Sin embargo, esta idea se multiplicó desfavorablemente por todo el tercer mundo agrícola. Desde Brasil hasta Indonesia, pasando por África y sobre todo por India, surgieron miles de empresas prestamistas similares, que a lo largo del tiempo fueron cambiando su objetivo altruista al incorporar los métodos de los grandes bancos tradicionales. Algunas cifras oficiales calculan que alrededor de 26 millones de indios dependen de estas entidades que pasaron a operar con fines de lucro.

No sólo incluyen visitas coercitivas personalizadas a los morosos, sino que, además, estos nuevos prestamistas constituyen un nocivo puente entre los bancos y los agricultores pobres, ya que los intermediarios consiguen empréstitos a intereses que rondan el 13 % y los otorgan a tomadores de créditos pobres que no tienen posibilidades de acceder a un préstamo bancario, a más del 35 por ciento.

Así, la llamada banca de los pobres, que no tienen garantías, mueve alrededor de 7 mil millones de dólares anuales solamente en India.

SOLUCIÓN SUICIDA

Las sequías, inundaciones y la desertificación de la tierra se sumaron a los endeudamientos y a los métodos agresivos de los prestamistas intermediarios de los bancos, lo que derivó en suicidios masivos de pequeños productores rurales arruinados a lo largo de todo el subcontinente indio. A pesar de que la población rural disminuye, las cifras de suicidios de campesinos van en aumento, superando los 17 mil en 2009, lo que significa un incremento de más de mil muertes con respecto al año anterior, de acuerdo con datos gubernamentales.

El gobierno de Nueva Delhi alertado ante la creciente catástrofe, intenta detener a los pequeños prestamistas, arengando a los campesinos a que no cumplan con los usureros. Pero, de acuerdo con algunos analistas, este método provocó más cólera entre los financistas y en consecuencia más suicidios.

Además, la agricultura, que representa un 18 % del PBI indio y que emplea a dos tercios de su población activa sufrió un incremento de precios de casi el 4 % en los últimos seis meses de 2010 a causa de la crisis mundial de los alimentos que comenzó en 2008.

APERTURA DE MERCADOS

Sin embargo, existe otro factor que empobreció aún más a los pequeños productores de la India. La abrupta apertura de mercados en 1991 produjo que el gobierno dejara de proteger a los campesinos con subsidios. La moneda de cambio que India tuvo que ofrecer para exportar sus productos industriales en el exterior fue el sacrificio de la clase más pobre.

Esto supone una desigualdad con respecto a las potencias occidentales que apoyan económicamente al sector agrícola, lo que produce que el campesinado indio no logre  competir con los productores de los países desarrollados.

REVOLUCIÓN VERDE, TRANSGÉNICOS Y MONOCULTIVOS

La introducción masiva de fertilizantes y pesticidas en la agricultura se desarrolló, con resultado exitoso, a partir de fines de la década del sesenta. En veinte años, la India logró duplicar su producción de alimentos. Algunas industrias norteamericanas y europeas que se dedicaban a la fabricación de explosivos, iniciaron a gran escala la elaboración de productos, basados en el petróleo, para combatir las plagas.

La aplicación de los pesticidas industriales envenenó a las tierras, el agua, los animales y a los habitantes de vastas regiones agrícolas. Esto redujo y encareció el ganado y además volvió improductivos algunos suelos. Sin embargo, la introducción de semillas genéticamente modificadas a través del Tratado de Comercio Mundial adoptado a comienzos de la década del noventa, acrecentó la dependencia de los fertilizantes y pesticidas, dado que este tipo de granos requieren de un mayor tratamiento químico para que la cosecha sea abundante.

Esto provocó un endeudamiento mayor de los pequeños productores, que debieron someterse a las reglas del libre mercado de los fertilizantes. Por otro lado las semillas transgénicas producen mayores cosechas, pero se necesita volver a comprar otra partida para replantar, lo que origina un enriquecimiento de los monopolios de granos y vuelca a los campesinos a pedir nuevos créditos.

Además, los cambios de hábitos alimenticios tienden a que se aumente el consumo de carne y a que se desarrolle el monocultivo, principalmente de maíz y soja. El crecimiento de la ganadería constituye un problema adicional, dado que India debe importar o producir alimento para el ganado y para ello necesita disponer de una mayor cantidad de tierras para que crezca, a costa de los terrenos aptos para la agricultura. El quiebre del equilibrio entre la agricultura y la ganadería conforma otra catástrofe para los productores.

Además el monocultivo agota a la tierra y en general se producen alimentos que requieren de una mayor cantidad de agua para el riego, un bien escaso, salvo que se use el recurso hídrico contaminado por pesticidas.

Estas trampas también contribuyen a que los productores no vislumbren otra alternativa que el suicidio.

SALIDA POSIBLE

Además de evitar fertilizantes y pesticidas industriales, los campesinos indios tendrían que volver a utilizar los abonos orgánicos y los bio-pesticidas. Por otro lado, el gobierno de la India debería regular y combatir con mayor esfuerzo la actividad ilícita de los financistas inescrupulosos y, de ese modo, proteger a los pequeños agricultores.

También, debería retornarse a la diversidad de cultivos para que la tierra no se vuelva infértil. Además, el agua tendría que racionarse de manera más eficiente, para maximizar su potencial como riego y para consumo humano y animal.

Por otro lado, la comunidad internacional debería ejercer una mayor presión sobre las potencias para que levanten las barreras arancelarias que perjudican a los pequeños productores rurales de la India y del tercer mundo en general.

Mientras tanto, Muhammad Yunus continúa con su exitoso emprendimiento que ha beneficiado a miles de campesinos sin apartarse de su objetivo primario, evitar el lucro, y que desde 1980 Bangladesh adoptó con excelentes resultados.

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