domingo, 20 de febrero de 2011


A los pueblos del sur del Atlántico ahora los 'ahogan' las basuras

Habitantes dicen que ningún gobierno les ha cumplido con la limpieza y la desinfección.

Con sus propias manos y recursos de sus bolsillos es como, en estos momentos, los habitantes de Campo de la Cruz intentan limpiar las calles del pueblo, las mismas que durante casi dos meses permanecieron sumergidas bajo el agua, y que provocaron el éxodo y la quiebra de cientos de familias luego de la ruptura del Canal del Dique.
Los trabajos de limpieza comienzan desde que el sol despunta por el río Magdalena hasta que se oculta.
Desde ese momento el ruido de las escobas sobre los pisos, los baldes regando agua, las palas rastrillando en el pavimento se escuchan, pues el afán de las familias damnificadas en regresar lo más pronto posible a sus casas no da espera.
Antonio Bello, médico de Campo de la Cruz, a las 11 de la mañana del martes dirigía los trabajos que realizaba un buldózer sobre la avenida principal del pueblo.
El grito del hombre retumbaba en las calles solitarias mientras guiaba al operario que con su máquina arrastraba gigantes pilas de basura hacia el centro de la vía.
"Tenemos que limpiar nuestros pueblo porque hay peligro de epidemia", señaló el médico, quien arremetió contra el abandono y desidia oficial, al asegurar que ya más de la mitad de Campo de la Cruz se encuentra seco, pero hasta el momento no se ha iniciado ninguna acción del gobierno local, departamental, ni nacional para su limpieza, y desinfección.
Bello pagó de su bolsillo la traída de la máquina con la esperanza de, por lo menos, limpiar la calle principal del pueblo.
"Estamos recogiendo la basura para que cuando les dé la gana de venir se la lleven", señaló.
Lo mismo hizo Luis Eduardo Rodríguez, un comerciante, que trajo otro buldózer:
"Aquí no se escucha nada de limpieza, es la comunidad la que está al frente, pero tiene que ser la gente pudiente del pueblo la que haga eso", sostuvo.
Los 'camperos' que a diario llegan a limpiar sus casas sacan a la calle colchones, muebles, ropa, y todos los enseres que el agua dañó.
El olor a podrido se torna insoportable en algunas calles, pero detrás de esas lomas de basuras hombres y mujeres trabajan y poco a poco le van cambiando la cara al pueblo.
Allí, en medio de ese panorama desolador, de casas tristes, y calles llenas de pilas de basuras que dan aspectos de haber sido bombardeadas, los 'camperos' estrechan sus nexos de vecinos y comparten ollas de sancochos comunitarios, se ayudan a limpiar viviendas y a cargar el dolor que les genera ver a su pueblo en ruinas.
William Caballero, quien asegura que es el único habitante de Campo que se quedó cuando llegó la creciente, se ha ganado la fama de ser el experto en matar serpientes.
El miércoles en la mañana tenía cuatro mapanás 'rabo seco' alineadas en la puerta de la sede de Telecom.
 "A medida que se escurre el pueblo se ve la magnitud del desastre que dejó la inundación", dice el hombre que carga una vara larga con punta de horqueta que es la que utiliza para cazar la víboras que graba en su celular.
En Campo ya unas 200 familias se encuentran viviendo pese a no contar con los servicios de energía, agua y desafiando culebras y bichos venenosos, además de las olas de mosquitos y calor que sofocan las noches.

No hay comentarios: