domingo, 20 de febrero de 2011

IVÀN ILLICH


Ivàn Illich y la energía


Ivan Illich: (Viena, 4 de septiembre de 1926 - Bremen, 2 de diciembre de 2002),
Se trata, en primer lugar, de un pensador ubicado en un contexto histórico particular, como es el de los años 60. Un período caracterizado por la crítica radical al orden capitalista y a sus instituciones sociales. Entre éstas, la escuela.
Se trata, además, de una personalidad compleja. Por aquellos años se decía de Iván Illich que era un hombre inteligente que gustaba de rodearse de gente inteligente y se le hacía difícil ocultar su desprecio por lo que él consideraba estupidez. Podía ser el hombre más cordial en su trato o poner brutalmente en ridículo a quienes lo interpelaban.Trabajador incansable, políglota,cosmopolita, sus ideas, ya fueran sobre la Iglesia y sus cambios, la cultura y la educación, la medicina o el transporte en las sociedades modernas, generaron controversias que acabaron transformándolo en uno de los personajes de su época.
Sin embargo, el propio Illich provocaba en parte las controversias: su personalidad, su estilo, sus métodos de trabajo, la radicalidad de sus ideas. De hecho, para los educadores, Illich es el padre de la educación desescolarizada, el autor que condena de manera irreductible el sistema escolar y las escuelas caracterizándolas como una de las múltiples instituciones públicas que ejercen funciones anacrónicas que no se ajustan a la velocidad de los cambios y sólo sirven para dar estabilidad y proteger la estructura de la sociedad que
Una crítica ecológica de las instituciones.



Illich es, ante todo, un pensador de la resistencia que hizo una critica radical y global de la sociedad industrial. No dudó en denunciar la medicina que enferma más que cura, el automóvil que nos hace perder más tiempo del que ahorramos, la escuela que deforma más que educa. Al llegar los años 1970 es el portavoz reconocido y brillante de una crítica no marxista de las instituciones que fundan la economía contemporánea: la escuela, la salud, el desarrollo y el consumo energético son las dianas de un discurso potente que da a la ecología una base sólida. Para Illich, la función de las instituciones es legitimar el control de los hombres, su esclavización a los imperativos de la diferencia entre una masa siempre creciente de pobres y una elite cada vez más rica. Illich analiza la transformación de la herramienta en un aparato esclavizante: “al traspasar un umbral, la herramienta pasa de ser servidor a déspota. Llamo sociedad convivencial a aquélla en la cual la herramienta moderna está al servicio de la persona integrada en la colectividad y no al servicio de un cuerpo de especialistas. No crítica la tecnología sino el monopolio que le ha sido otorgado y que es nocivo para la libertad de cada uno de satisfacer sus propias necesidades. La organización de la economía entera hacia la consecución del mejor-estar es el obstáculo mayor al bienestar, la sociedad persigue un crecimiento sin límites. Illich establece una equivalencia original entre tiempo ganado -por la rapidez- y tiempo perdido –trabajando para conseguir estos medios que permiten ir más rápido. Lo esencial en la revolución que Illich desea, consiste en la aceptación de dos cambios solidarios: la institución de procedimientos políticos de “autolimitación” de producción y consumo y la adopción preferencial de herramientas conviviales. la escuela actúa como un sistema de exclusión, rechazando a las y a los que no han obtenido un título y, al mismo tiempo, monopolizando lo que es digno de ser reconocido como “saber” y excluyendo las otras formas de conocimiento humano. Para Illich, la enseñanza está en manos de profesionales y se convierte en una enorme máquina, centralizada y automatizada, destinada a fabricar desigualdad social. La actual educación tiene como objetivo adaptar la enseñanza vinculada a los imperativos económicos. Se trata por lo tanto de “descolarizar” la enseñanza, suprimir los programas y enseñanzas profesionales... Hay que instaurar “redes de enseñanza” donde las y los que solicitan conocimientos se relacionarían con las personas dispuestas a suministrarles la información.
Era un tipo con ideas propias, también pensaba que la sanidad tal y como se entiende hoy día, sirve para controlar socialmente a las masas, que la mayor parte de los problemas de salud comunes se podrían tratar por uno mismo. De hecho estas ideas las pudo poner en práctica en sí mismo. En los años 80 se le diagnosticó un cáncer en la cara y le daban unos meses de vida. Decidió rechazar la medicina moderna y tratarse a sí mismo mediante medicina natural y yoga. Con estas medidas consiguió estabilizar su problema y vivir aún otros 20 años, hasta que falleció en 2003, a la edad de 77 años.
Para saber màs sobre Illich: 



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