SENTIRTE SUPERIOR A ELLOS NO JUSTIFICA QUE LOS MALTRATES...
Los conflictos humanitarios (guerras civiles, invasiones, bloqueos, etc.) no sólo cuentan con víctimas humanas, sino también terminan con la vida de miles de animales. La raíz es la misma: explotación, expoliación, violación de los más débiles. Hablar aquí de los animales no quiere decir que los humanos no importan: importan mucho, pero también los animales no humanos, que al final de "la cadena" son los más desprotegidos de todos.
Las miles de personas que mueren anualmente en diferentes conflictos humanitarios no son más que una triste constatación de la faceta más recalcitrante del antropocentrismo: el egoísmo, la prepotencia de un grupo (político, étnico o social) que se lleva por delante a "los que valen menos", víctimas humanas que deben soportar violaciones en sus derechos, muerte, destrucción de su hábitat, pobreza, enfermedades, desplazamientos obligatorios, y un largo etcétera.
Haití, Congo, Chechenia, Somalia, El Tibet, el conflicto Palestina-Israel son sólo algunos de los ejemplos de catástrofes, guerras civiles, muerte y destrucción del hombre por el hombre. Invasiones geopolíticas que acarrean muerte y destrucción psíquica, física, social y moral de la población invadida.
En este panorama, los animales no humanos que conviven geográficamente con las personas, nuevamente no son más que "recursos" que pueden satisfacer las necesidades económicas de éstas, que se "reconvierten" al tráfico de especies protegidas internacionalmente, a la caza furtiva para producir carne o secuestrar especies para su explotación comercial (prostitución de animales salvajes, exhibición en espectáculos privados, etc.) Muchas organizaciones luchan por los derechos de las personas mientras otras luchan por frenar esta explotación de los animales, porque Derechos humanos y derechos animales son los mínimos para reglar la convivencia dentro de la especie humana y entre la especie humana y las animales. Porque todos somos animales, todos sentimos dolor o bienestar, no tenemos por qué ser explotados por otros "más fuertes o poderosos".
Sin embargo, existe un matiz muy arraigado y triste, que siempre nos critican a quienes defendemos la dignidad de los animales: que éstos importan menos que las personas. ¿Por qué es tan difícil explicar la abyección moral de la explotación animal, sin que se lo tache a uno casi de "zoofílico"? Por un argumento tan arraigado en nuestra cultura que tardaremos generaciones en darnos cuenta de que como humanos "nos miramos el ombligo": el especismo. Siempre habrá un motivo humano más importante que el motivo más básico de cualquier ser vivo: estar vivo y sentir dolor -y junto a él, bienestar-.
Si somos capaces de pensar éticamente en el ser humano, no podemos dejar de ver también a los animales como víctimas de la explotación humana, o sea, como víctimas de una idea que nosotros mismos sustentamos en nuestra cultura.
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